Su nombre proviene de las palabras náhuatl «capulin» y «an», que significa «lugar de capulines».
Los orígenes de la alfarería en Capula datan del año 1550, cuando el fraile Vasco de Quiroga enseño al pueblo el arte de trabajar el barro, oficio que realiza con gran maestría.
La alfarería tiene trama de «capulineado», el cual simula detalles florales en toda la pieza.
La piezas están libres de plomo, llevan un esmaltado brillante y cuentan con la certificación de región de origen.
Capula, Michocán